Historia del Acueducto

La población merideña obtenía el agua, a principios de 1800, de pozos y manantiales.
Don Ignacio Rodríguez Picón estableció en 1804 que el servicio de agua en la ciudad de Mérida, no era más que una acequia que bajaba por la calle Lora. En ese tiempo se construyó una pila tallada en piedra en la Plaza Mayor, que funcionó hasta que el terremoto de 1812 la descompuso. En 1875 se entregaron a Dubai y CIA. por orden del Ministerio de Obras Públicas (MOP), la adquisición de 200 tubos de hierro necesarios para el “enconductado” de la ciudad.
En 1881 fue inaugurada una pila pública en la esquina de San Francisco.
Todo esas decisiones fueron soluciones parciales hasta que el presidente del Estado, Esteban Chalbauld Cardona, considerando “que el agua de que se surte esta ciudad no reúne las condiciones de pureza”, decretó el 1 de Febrero de 1904, la construcción de un acueducto derivado del Río Albarregas y se encargo de la obra a una Junta de Fomento del Acueducto de Mérida, compuesta por los generales Pedro Trejo Tapia y Antonio Chuecos, así como el Dr. Bourgöin.
Chalbaud Cardona fue sustituido en la presidencia por José Ignacio Lares, quien ratificó la decisión, emitiendo el 28 de Febrero de 1905, un decreto para construir el acueducto de la ciudad. Dos años más tarde, el 23 de Mayo de 1907, el acueducto fue inaugurado; sistema que nacía del Río Albarregas, atravesaba la Finca La Isla, pasaba por arriba del Río Milla, y salía a la prolongación de la calle Lora, continuando su curso hasta la plazuela de la Cruz de Milla. Allí se iba a construir la Caja de Agua.

El 11 de Agosto de 1931 el general José Dávila, Presidente del Estado y la Sociedad Otto Schmidli & Max Krauss, suscribieron un contrato para la construcción de las obras de ampliación. El 9 de Septiembre de 1931 se modificó el contrato, estableciéndose que el estanque a ser construido no se haría en la Plaza Sucre (hoy Milla), sino a la altura de la alcabala, es decir, al lado arriba del punto denominado La Cruz Verde de Milla, y aumentándose el número de tubos a ser utilizados.
Esta ampliación costó, en aquella época 500 mil bolívares.
Pero, con todo, el acueducto resultaba todavía insuficiente e ineficiente. En Julio de 1939 el MOP y el MSAS designaron una comisión para inspeccionar su funcionamiento. En ese informe se hacía referencia al mal mantenimiento de la boca-toma, del canal y del estanque.
En cuatro muestras de agua, analizadas en el Hospital de Los Andes, se encontraron altos índices de estreptococos. Por ello, se decidió reformar la obra de toma, construir un estanque y levantar una planta de tratamiento del agua. El 1940, aprobada la reforma, se trajo del exterior la tubería de aducción.
Para 1943 se habían concluido las obras de toma del agua a la margen derecha del Río Albarregas, y se construía la Planta de Tratamiento.
En 1945 se estaba construyendo el nuevo acueducto. De la planta de tratamiento, faltaba sólo el tablero de control y las instalaciones eléctricas. En Marzo de 1946 se decidió poner en servicio el acueducto con suministro parcial de agua. Al fin en 1948, se terminó de construir completamente la planta de tratamiento, “Dr. Eduardo Jáuregui”, poniéndose el acueducto bajo la administración del INOS.
Después de un largo período de inactividad en el Estado, en la década de 1960 se reactivaron las obras de acueductos, que ya eran insuficientes para atender las crecientes demandas de las principales poblaciones. Entre 1959 y 1968 se invirtieron Bs. 7.206.785 en la construcción y ampliaciones del acueducto de la ciudad de Mérida.

En 1972 comenzó la construcción de la Planta de Tratamiento de la ciudad de Mérida, ubicada en El Vallecito, hoy conocida como planta nueva, “Dr. Enrique Bourgöin”.
Desde 1973 se acometió la construcción de matrices y redes, una estación de bombeo y un estanque. Existían, entonces, cinco estanques, el de La Hechicera, el de la Panamericana; el de Planta Vieja; dos caminos arriba de la alcabala; y otro detrás de la Facultad de Ingeniería.
Entre 1982 y 1989 no se hicieron más obras de acueductos en la ciudad, salvó la rehabilitación y el mantenimiento, en 1989, de la Planta de Tratamiento “Dr. Eduardo Jáuregui”. Durante la década se amplió de manera preocupante la brecha existente entre la provisión eficiente del servicio de agua potable y el incremento de las demandas, a lo que se unió el progresivo deterioro del organismo encargado de la administración del servicio: el Instituto Nacional de Obras Sanitarias (INOS).
En 1989, el Ejecutivo Nacional, decidió impulsar un proceso de modernización en la gestión del sector. Para liderizar este proceso se creó Hidroandes, en el año 1991, tomando en cuenta que para la fecha la situación en que se encontraban estos sistemas era de un franco deterioro, por la falta de inversiones evidenciado en que la mayoría de las unidades de producción (tomas, captaciones y plantas de tratamiento) necesitaban ser sometidas a procesos de rehabilitación, para luego ser atendidos eficientemente a través de programas de mantenimiento preventivo.
La Ley Paraguas de 1996, que autoriza al Ejecutivo Nacional para la contratación y ejecución de operaciones de crédito público, permitió la suscripción de un contrato con el Bank Leumi Le-Israel, financiamiento autorizado mediante contrato entre la Tahal e Hidroven.
Un proyecto para optimizar el acueducto de la ciudad de Mérida, había sido elaborado en el año 1997 por la Tahal Cosulting Engineers LTD. Dentro de los estudios del proyecto MERBAR I, se contempló la elaboración de los Planes Maestros de abastecimiento de agua y alcantarillado sanitario de la ciudad de Mérida, la instalación y puesta en marcha del Centro de Control Operacional, así como la adquisición de equipos de laboratorio, válvulas, detectores de fugas, entre otros materiales.

En el año 1998 se inicia el proyecto MERBAR II, con un primer componente que abarca la elaboración de los planes maestros de abastecimiento de agua de la Gran Mérida.
Aguas de Mérida, bajo la coordinación de la presidencia del Ing. José Oscar Ramírez, continúa con un segundo componente para la puesta en marcha de las inversiones prioritarias generadas en MERBAR I para la ciudad de Mérida, por un monto total de 11,74 millardos de bolívares, que incluye al municipio Alberto Adriani.
Es a partir del año 2000, cuando Aguas de Mérida comienza con la ejecución de la ingeniería de detalle del proyecto MERBAR II, con financiamiento de la Corporación Andina de Fomento y la participación de Hidroven, como ente ejecutor, en coordinación con la Unidad Ejecutora de Proyectos de Aguamerca, hoy Unidad de Gestión para la Ejecución de Proyectos (UGEP).
Con una asignación del 56 % del presupuesto total, para el municipio Libertador, correspondiente a 6,57 millardos de bolívares, el acueducto de la ciudad de Mérida garantiza su funcionamiento operativo a través de la rehabilitación y construcción de nuevos estanques de almacenamiento, sustitución de las redes de distribución, mejoras de las estaciones de bombeo, acondicionamiento de las plantas de potabilización, sectorización de la red de distribución y el equipamiento para el mejoramiento operacional de los sistemas.
De manera efectiva y oportuna en 5 años de gestión del Ing. José Oscar Ramírez, se logró que para el año 2005 el acueducto de la ciudad, cuente con importantes obras para su eficiente funcionamiento , como: la construcción de dos nuevos estanques (Los Corrales y Los Curos), la rehabilitación de dos estanques de almacenamiento (La Vuelta y El Pedregal); la ampliación de las redes de distribución de más de 25 sectores de la ciudad, entre otros el Barrio Andrés Eloy – La Milagrosa, Los Curos, La sabana, El Campito, Zumba, La Mara, El Carrizal, etc.; la construcción y rehabilitación de las estaciones de bombeo Los Chorros, San Pedro y Los Curos; la optimización de las plantas potabilizadoras “Dr. Eduardo Jáuregui” y “Dr. Enrique Bourgöin”; la sectorización de la Red de Distribución; así como la colocación y sustitución de 252 válvulas y 107 hidrantes .
La labor de aguas de Mérida ha venido dando resultados positivos, pero es de advertir que se requiere de un esfuerzo sostenido en cuanto a recursos financieros, apoyos político-institucionales, y fundamentalmente la comprensión y participación comunitaria para culminar con éxito tan exigente tarea.